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29/04/2022

Más puntos, más dinero, más represión… Lo habitual en cada reforma de la Ley de Tráfico o en cualquier reglamento que se precie en el que Pere Navarro Olivella, director de la cosa circulatoria, meta la mano. Esto es de lo que se ha hablado. Y mucho, también, de la eliminación de los 20 kilómetros por hora para adelantar, una medida que no es que sea recaudatoria, que lo es (se sembrarán las carreteras secundarias de radares de tramo), sino que es directamente peligrosa; una medida cuya última consecuencia será la prohibición de adelantar, con lo que se asestará otra sonora bofetada a la movilidad, que significa acortar los tiempos de viaje con margen de seguridad y protegiendo a los usuarios de la vía, no exponiéndolos a martirio circulatorio.

De lo que se ha hablado poco o casi nada es de las novedades reglamentarias que aparecen al final, en una especie de «letra pequeña legislativa» que habitualmente reservan para esconder las mejores perlas. Y esta es de las buenas. La relativa al nivel de alcoholemia de 0,0 para los conductores menores de edad de bicicleta o de VMP, entre los que se encuentran esos micro coches que abarrotan los aparcamientos de muchos institutos y que se conducen con 16 años.

Una medida muy sensata, qué duda cabe. Se podía haber aprovechado para extender la prohibición de beber para todos los conductores, pero en la DGT muestran una incomprensible resistencia a prohibir el alcohol, dejando el asunto en una «recomendación» de no beber, pero considerando que existe una cantidad de alcohol en sangre con la que es aceptable conducir. Y, con estos mimbres, lo que nos ha traído la Reforma de la Ley de Tráfico es que un mu-chacho maneje su micro coche sin que se le per-mita beber, pero que celebre con unas cervezas el día en que se saque el carné para coche «gran-de», cuando cumpla los 18.

Y pueda legalmente conducir tras la rubia ingesta. Así, lo que le está diciendo Pere Navarro a toda la muchachada con bicis y VMP es que esperen a sacarse el per-miso de conducir, que ya estarán habilitados para conducir habiendo bebido. Navarro lo ha vuelto a hacer: crear peligro cuando se podía aumentar la seguridad.